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el jinete sin cabeza en la jungla de concreto

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ORIGINALLY PUBLISHED ON
2022-05-20
2023-09-08

la jungla

la calle es un espacio transitorio. es un puente entre dos destinos, cuya estructura puede ser tanto hermosa como horrible.

cuando hace calor, la calle se transforma en el abrazo de un amigo, siempre y cuando encuentre sombra en el camino

cuando hace frío, la calle se transforma en un monstruo del que me escondo bajó capas de ropa mientras huyo con rapidez.


el jinete (sin cabeza)

ayer me crucé con un hombre que conoce a la calle por otro nombre: hogar.

ese mismo espacio amenazante entre bestias de concreto y demonios insaciables es el que lo ve soñar. decapitado por el tiempo, cabalga como un jinete sin cabeza cuando está despierto. ha perdido la cordura, pero ahí dentro vive un alma pura presa de las circunstancias.

no le presté atención cuando dijo una primera oración. a la segunda, tuve que voltear. ahí lo vi: su cabello gris combinaba con un polo que quizás fue blanco alguna vez; los pantalones rasgados acompañaban su débil caminata; y bajo su mirada honesta, una boca sedienta pedía empatía.

ese mismo espacio amenazante entre bestias de concreto y demonios insaciables es el que lo ve soñar.

me preguntó si tenía dinero, algo de cambio, pero le dije que no. era verdad… nunca llevo cambio.

me preguntó si tenía algo más y le dije que me esperara. estaba cerca a mi casa, camino a mi carro, entonces regresé a buscar algo. le di unos polos y comida. me hubiera gustado darle más, pero mi papá me llamó a avisarme que ya se iba (mi papá estaba esperándome en el carro).


el carruaje

me agradeció y siguió con su camino, destinado a cabalgar día y noche hasta el final de sus días. subí a mi carruaje, cómodo y aislado del viento. mientras me iba, él se sentó en un escalón, abrió la bolsa y comenzó a comer, tranquilo.

no pasó ni una cuadra para ver a un padre con su hija en un brazo y un cartel que pedía ayuda en otro. el mundo es duro, pero tengo la suerte de poder aislarme del viento. 

cambiamos de disfraces cada halloween, pero nunca nos sacamos el disfraz de la adultez. la realidad es que siempre seremos niños con sueños de experimentar amor, seguridad y libertad.

la realidad es que siempre seremos niños...

la jungla de concreto, como la suelen llamar, alberga pesadillas que amenazan esos sueños. lo que para mí es una enseñanza, para alguien es una realidad.

solo queda agradecer eternamente y, cuando sea hora, bajarnos del carruaje y cabalgar.

la jungla

la calle es un espacio transitorio. es un puente entre dos destinos, cuya estructura puede ser tanto hermosa como horrible.

cuando hace calor, la calle se transforma en el abrazo de un amigo, siempre y cuando encuentre sombra en el camino

cuando hace frío, la calle se transforma en un monstruo del que me escondo bajó capas de ropa mientras huyo con rapidez.


el jinete (sin cabeza)

ayer me crucé con un hombre que conoce a la calle por otro nombre: hogar.

ese mismo espacio amenazante entre bestias de concreto y demonios insaciables es el que lo ve soñar. decapitado por el tiempo, cabalga como un jinete sin cabeza cuando está despierto. ha perdido la cordura, pero ahí dentro vive un alma pura presa de las circunstancias.

no le presté atención cuando dijo una primera oración. a la segunda, tuve que voltear. ahí lo vi: su cabello gris combinaba con un polo que quizás fue blanco alguna vez; los pantalones rasgados acompañaban su débil caminata; y bajo su mirada honesta, una boca sedienta pedía empatía.

ese mismo espacio amenazante entre bestias de concreto y demonios insaciables es el que lo ve soñar.

me preguntó si tenía dinero, algo de cambio, pero le dije que no. era verdad… nunca llevo cambio.

me preguntó si tenía algo más y le dije que me esperara. estaba cerca a mi casa, camino a mi carro, entonces regresé a buscar algo. le di unos polos y comida. me hubiera gustado darle más, pero mi papá me llamó a avisarme que ya se iba (mi papá estaba esperándome en el carro).


el carruaje

me agradeció y siguió con su camino, destinado a cabalgar día y noche hasta el final de sus días. subí a mi carruaje, cómodo y aislado del viento. mientras me iba, él se sentó en un escalón, abrió la bolsa y comenzó a comer, tranquilo.

no pasó ni una cuadra para ver a un padre con su hija en un brazo y un cartel que pedía ayuda en otro. el mundo es duro, pero tengo la suerte de poder aislarme del viento. 

cambiamos de disfraces cada halloween, pero nunca nos sacamos el disfraz de la adultez. la realidad es que siempre seremos niños con sueños de experimentar amor, seguridad y libertad.

la realidad es que siempre seremos niños...

la jungla de concreto, como la suelen llamar, alberga pesadillas que amenazan esos sueños. lo que para mí es una enseñanza, para alguien es una realidad.

solo queda agradecer eternamente y, cuando sea hora, bajarnos del carruaje y cabalgar.

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